La iluminación ideal para resaltar la textura y los colores de una escultura
La iluminación de una escultura es muy importante, casi tanto o igual que ubicarlo en la correcta, porque repercute en la imagen final que se trasmite, y en la fiel reproducción de los colores y las texturas. La forma más recomendable de iluminar piezas escultóricas es desde arriba, aunque también pueden emplearse soportes de pie o colocarse sobre la pared. Si lo que se pretende con la iluminación es resaltar la textura de la escultura lo ideal es colocar una o dos luces enfocándolo desde abajo o desde arriba.
El número de focos necesario dependerá del tamaño del escultura. Uno o dos focos serán suficientes para una escultura pequeña, mientras que si se trata de una escultura grande o varias piezas serán necesarios varios focos.
Hay que evitar los reflejos en el caso de que tenga superficies reflectantes.
En el caso de que la escultura tenga un a superficie muy pulida hay que evitar los reflejos. Es conveniente que la luz no incida directamente en el escultura si no que se ilumine la zona.
En el caso de la iluminación directa, hay que colocarla de forma que tenga una angulación de 30 grados, porque de esta forma se reducen brillos y sombras, incluso si las obras están protegidas por un cristal.
En lo que respecta al tipo de bombillas a emplear, lo ideal son las bombillas de bajo consumo o led, porque los halógenos son demasiado potentes y pueden dañar los piezas escultóricas, deteriorando los colores. Lo ideal para evitar este deterioro es que los focos se coloquen a 25 centímetros de distancia como mínimo.